Hace unos días que empieza a llegar a los buzones de nuestras casas la propaganda electoral de las inminentes Elecciones Generales. Sobres ya cuidadosamente preparados, y a nuestro nombre, con las papeletas e instrucciones necesarias a fin de facilitarnos, como si fuésemos borregitos que no sabemos hacer la o con un canuto (aunque la culpa es del tipo de letra), la labor y menester del voto, aunque estoy convencido de que muchos de esos sobres, según llegan, van a la papelera, ¿me equivoco mucho? Y porque no pueden votar por nosotros, que si de ellos dependiera...
El otro día fui testigo presencial de cómo mi madre abría uno de estos sobres y veía la papeleta. Esta contenía un listado de todas las opciones políticas aunque, como cada partido político envía su propio sobre, cada papeleta ya venía con la cruz puesta en el suyo. Esto no me llamó la atención. Lo interesante fue ver la reacción de sorpresa de mi madre al descubrir que de la mayoría de los partidos políticos referidos ni siquiera tenía conocimiento de su existencia. Conocía al PP, conocía al PSOE, conocía IU y le sonaba algún partido nacionalista. En resumen y obviamente, los que salen por la televisión o en el periódico del quiosco.
Me parece de un descaro absoluto e indignante, por parte del propio Gobierno, mantener el elevadísimo nivel de desinformación política que reina en nuestra sociedad, especialmente entre nuestros mayores. Las únicas opciones que conoce la mayoría de la gente son las que se publican en los medios habituales, con la televisión como principal agente informativo (o desinformativo, según se mire), y la propaganda que le llegará a casa en período de elecciones. De esto deducimos que a los partidos con poder, que son los protagonistas de los telediarios, solo les interesa que les votemos y a tal fin solo se preocupan de los ciudadanos y solo cuentan con nosotros para emitirles un voto cada cuatro años. Pocos partidos, aunque alguno hay, salen a la calle a conversar con los ciudadanos, a preguntarnos nuestra opinión, a responder a nuestras dudas. Los grandes no, obviamente, pues no lo necesitan, saben que tienen millones de votos asegurados por parte de muchos ciudadanos que, como denuncia MiGUi aquí, el próximo #20N no van a ir a votar, sino a fichar.
He llegado al convencimiento de que, actualmente, los hogares que no tengan Internet no estarán adecuadamente informados de la realidad, no pueden estarlo porque en la televisión y la prensa en papel no se ofrece ni la mitad de la información completa, y la mitad que se ofrece es la que ha pasado por el tamiz del Gobierno o de las ideologías personales de los ejecutivos de las cadenas que las publican. Y lo llaman democracia. Una verdadera democracia implica libertad de elección, pero la libertad de elección implica a su vez igualdad informativa. Si quitamos esto último, truncamos lo anterior y desvirtuamos lo primero. Nos damos cuenta entonces de cómo al Gobierno no le interesará nunca la neutralidad de la red. Le tiene unas ganas tremendas, es el único bastión que les queda por conquistar. Quien controle la información de la red, controlará el mundo. Afortunadamente, lo tienen bastante jodido. Y tarde o temprano perderán la guerra, porque desde este bastión inexpugnable les estamos diciendo a gritos que o son responsables, o largo. BastaYa, DRY (Democracia Real Ya), Hartos, NoLesVotes, VaeO (Vota a estos otros), y un sinfín de plataformas, organizaciones y hasta partidos dan buena cuenta de ello.
Desgraciadamente, las nuevas tecnologías y la gente mayor no se lleva demasiado bien. Hay muchas y muy honrosas excepciones, por supuesto, pero no está generalizado ni mucho menos. Es insuficiente. Quizá deberíamos adquirir un compromiso educacional y asumir el papel que al Gobierno no le interesa asumir. Con ello tampoco pretendo decir que tener conexión a internet sea la píldora roja que abra los ojos. En la nube la información está tremendamente dispersa y diversificada y uno puede perderse si no tiene experiencia o alguien que le guíe un poco.
Si van a mandar propaganda electoral, que la manden de todas las opciones políticas o de ninguna. Y que en los medios aparezcan todos los partidos políticos. Que se presente toda la información disponible para que el ciudadano, que ahora sí estaría más o menos bien informado (aunque solo sea porque al menos conocería todas las opciones existentes, que ahora mismo ni eso facilitan), elija libremente y esto sea la democracia que tiene que ser.
Votad responsablemente. ¿Qué significa esto? No votéis por inercia (no "fichéis"). No votéis porque Fulanito vota a ese. No votéis por votar. No votéis al que os parezca más guap@ (no me lo invento, un colega mío fue testigo de una conversación de autobús entre dos señoras, una de las cuales dijo que iba a votar a Zapatero porque le parecía más guapo que el otro). No votéis por miedo (haced uso del derecho al secreto de voto si es necesario). Votad a aquel cuyos valores y propuestas se ajusten mejor a lo que pensáis o queréis. Podemos equivocarnos y que luego nos decepcionen, pero al menos habremos votado con criterio. Si hacemos las cosas al tuntún, sin criterio alguno, luego no tenemos derecho ni a quejarnos de que hayamos puesto a unos incompetentes al mando de nuestra sociedad.
0 comentarios:
Publicar un comentario